El expresidente haitiano, Jean Bertrand Aristide, cuando pronunciaba un discurso ante la Asamblea General de la ONU el 27 de septiembre de 1991.29 de febrero del 2024.
Veinte años después de que el presidente haitiano Jean Bertrand Aristide fuera forzado a abandonar el poder en 2004, el país enfrenta una crisis sin precedentes, caracterizada por una profunda inestabilidad política, violencia descontrolada y desafíos económicos abrumadores.
El historiador Georges Michel describe la situación actual: "El país ha retrocedido mucho en los últimos 20 años. Todavía tenemos democracia, aunque hayamos dado un paso atrás. La política es mezquindad, trucos sucios y golpes de Estado. Tenemos secuestros y distribución de armas. El próximo Gobierno debe poner las cosas en su sitio".
En este periodo turbulento, Haití ha experimentado una inestabilidad política recurrente, con retrasos en las elecciones, transiciones políticas y conflictos entre gobernantes y oposición. La situación empeoró con el asesinato del presidente Jovenel Moise en julio de 2021, agravando una crisis ya existente.
En términos de seguridad, la violencia ha alcanzado niveles alarmantes, con masacres, ataques armados, violaciones, ajustes de cuentas y secuestros cotidianos. El número de bandas armadas ha aumentado significativamente, controlando gran parte del país y afectando la movilidad de la población.
Económicamente, la situación es crítica, con una economía estancada y dependiente de las transferencias internacionales. La moneda local, el gourde, ha sufrido una importante devaluación, contribuyendo al aumento de la inflación y del costo de vida en el país más pobre de América.
En resumen, las últimas dos décadas han dejado a Haití sumido en una crisis multifacética que requiere acciones urgentes para restablecer la estabilidad política, la seguridad y revitalizar la economía.