La ex primera dama Martine Moise expresó en Facebook que el país se está desmoronando debido a la negativa de muchos a enfrentar las consecuencias de la incoherencia. La situación se caracteriza por asesinatos, decapitaciones, incendios de edificios públicos y privados, hospitales, y centros comerciales, lo que ha provocado la huida de cientos de personas hacia áreas menos expuestas.
La Fundación Je Klere (FJKL) denunció la laxitud de las autoridades y llamó a un "cambio radical" en el alto mando de la Policía Nacional Haitiana (PNH) después de los ataques a las cárceles. La PNH se muestra desbordada, y la violencia ha llevado a la evacuación de unas 15,000 personas, exacerbando la crisis humanitaria ya existente.
En la región metropolitana, la crisis del agua persiste, y las bandas armadas han atacado empresas y saqueado locales. La escalada de violencia se suma al aumento de precios de productos básicos, elevando el riesgo de inseguridad alimentaria. Hospitales se han visto obligados a cerrar, y al menos 3 hospitales principales han cerrado sus puertas debido a la violencia y la falta de suministros y personal.
El gobierno haitiano prorrogó el estado de emergencia en el departamento del Oeste por un mes para "restablecer el orden". La OCHA informa que 362,000 personas están desplazadas en el país. El llamado a un cambio radical refleja la urgencia de abordar la compleja crisis que afecta a Haití en múltiples frentes.