Las pandillas que controlan el 80% de la capital de Haití.Haití se encuentra en medio de una intensa lucha por el poder entre los políticos y las poderosas pandillas que controlan gran parte de la capital del país. Tras el anuncio de renuncia del primer ministro Ariel Henry, los grupos armados están reclamando un papel en el futuro de la nación.
Aunque los líderes caribeños celebraron la apertura de un nuevo camino político para Haití, los expertos advierten que la inclusión de las pandillas en las conversaciones es crucial para cualquier cambio significativo. Con una presencia que abarca el 80% de la capital, las pandillas tienen un profundo vínculo con la élite política y económica, financiando sus operaciones con rescates por secuestros.
Se estima que más de 200 pandillas operan en Haití, con más de 20 de ellas concentradas en la capital. Dos coaliciones principales, lideradas por Jimmy Chérizier y Gabriel Jean-Pierre, tienen un control significativo sobre la ciudad.
A pesar de la inminente renuncia de Henry y la creación de un consejo de transición, las pandillas no han mostrado una respuesta clara. Chérizier, en particular, ha rechazado soluciones respaldadas por la comunidad internacional, afirmando que es el pueblo haitiano quien determinará el futuro del país.
Los recientes ataques coordinados contra objetivos gubernamentales críticos han aumentado la inestabilidad en Haití, con pandillas incendiando comisarías de policía, asaltando prisiones y obligando al cierre de aeropuertos. Mientras tanto, Henry ha sido incapaz de regresar al país debido a la violencia, y su destino político sigue siendo incierto.
La formación de un consejo de transición, aunque respaldado por la comunidad internacional, enfrenta desafíos significativos. Críticos señalan que Henry fue designado, no elegido, y su legitimidad en Haití es cuestionada.
El papel de líderes políticos como Guy Philippe y Moïse Jean-Charles será crucial en los próximos días, ya que tienen vínculos con las pandillas y podrían influir en las negociaciones.
A pesar de la esperanza de una solución a través de la intervención extranjera, muchos haitianos son escépticos sobre un cambio real. La proliferación de grupos armados y la violencia persistente indican que las soluciones a largo plazo requieren abordar las causas subyacentes de la crisis.
En medio de la incertidumbre política y la agitación continua, los haitianos enfrentan desafíos inmediatos, incluida la escasez de alimentos y agua, mientras luchan por mantener la normalidad en sus vidas cotidianas.