Durante la fase del sueño REM (movimientos oculares rápidos), en la que se producen los sueños, existe una activación cerebral intensa y una relajación muscular generalizada. En ocasiones, estas características fisiológicas del sueño REM pueden introducirse en la fase NO REM, lo que lleva a una parálisis temporal de la musculatura voluntaria, excepto los ojos y el diafragma respiratorio, así como la laringe, lo que dificulta el habla.
Estos episodios de parálisis suelen durar entre veinte segundos y dos minutos, y pueden ser desencadenados por la privación severa del sueño, el estrés, el jet lag u otros factores. La parálisis del sueño puede ocurrir como un síntoma aislado o estar asociada a otras condiciones, como la narcolepsia.
Aunque la parálisis del sueño no representa un riesgo para la salud y generalmente remite espontáneamente sin consecuencias, puede generar angustia y temor en quienes la experimentan. Es importante mantener un horario de sueño regular, dormir lo suficiente y evitar situaciones estresantes para reducir la probabilidad de experimentar este fenómeno. En caso de persistir o afectar la calidad de vida, se recomienda consultar a un especialista para evaluar posibles tratamientos.