Además de las emisiones directas de Taylor Swift, también se deben tener en cuenta las emisiones generadas por sus seguidores, ya que se estima que aproximadamente un tercio de los asistentes a sus conciertos viajan en avión para asistir. Esto añade una carga adicional al impacto ambiental de la gira, lo que se traduce en emisiones equivalentes a las medias anuales de 250 franceses por cada concierto, multiplicado por el número de fechas de la gira. Además, las ventas de merchandising durante los espectáculos también contribuyen a aumentar estas cifras.
Taylor Swift ha respondido a estas críticas anunciando que ha comprado créditos de carbono para compensar sus emisiones. Sin embargo, la realidad es que sus emisiones son reales y significativas, y hay medidas que podría tomar para reducirlas drásticamente. Por ejemplo, pasar de los aviones privados a los vuelos comerciales reduciría sus emisiones de dióxido de carbono en un 90%.
A diferencia de Taylor Swift, hay otros artistas que han tomado en serio el impacto ambiental de sus giras y han implementado medidas concretas para reducirlo. Por ejemplo, Coldplay se comprometió a reducir a la mitad la huella de carbono de su gira, apoyando proyectos de reforestación, regeneración del suelo y energías renovables. Todos los conciertos de su gira se alimentaron con energías renovables, aunque también fueron objeto de críticas por posibles estrategias de "greenwashing".
En resumen, mientras que Taylor Swift ha sido criticada por el impacto ambiental de sus giras, otros artistas están tomando medidas concretas para reducir su huella de carbono y contribuir a la lucha contra el cambio climático.