Crisis en Argentina: Argentinos liquidan 'joyas de la abuela' en la odisea de llegar a fin de mes

Un tasador pesa joyas de oro en un concesionario de oro en Buenos Aires JUAN MABROMATA /AFP

Por Alfonso Alvarez, www.laspalomastv.com

17 de junio del 2024

En medio del bullicio comercial de Buenos Aires, aunque en una zapatería no haya entrado un solo cliente, en los negocios vecinos de compra de oro las personas hacen fila para liquidar las "joyas de la abuela" como último recurso para afrontar la crisis.

Mariana, de 63 años y jubilada como empleada judicial, decidió cambiar por dinero en efectivo el reloj que su abuelo le había regalado a su padre cuando se graduó. Su jubilación no alcanza para cubrir los gastos básicos, erosionados por una inflación de casi el 300% interanual. El dinero que recibió por el reloj será destinado a cubrir deudas de expensas y varias cuotas atrasadas de la prepaga.

La historia de Mariana es la de cientos de personas que acuden diariamente a El Tasador, una de las principales casas de compra-venta de joyas en Buenos Aires, situada en el centro de la ciudad, donde abundan los carteles de "compro oro".

En este establecimiento se realizan unas 300 operaciones diarias, el triple de las que se hacían hasta el año pasado. "Ha habido muchas personas últimamente, creo que debido a lo que está sucediendo en el país, personas que quizás tenían piezas que no pensaban vender y deciden hacerlo porque no llegan a fin de mes", explica Natalia, una de los cuatro tasadores de la casa.

Los argentinos, conforme el ajuste económico ha vaciado sus bolsillos, han estado liquidando los "dólares del colchón", haciendo referencia a los ahorros en divisas que guardan en sus hogares, una práctica común en un país acostumbrado a lidiar con una alta inflación y desconfiado de la banca tradicional. Agotada esta opción, recurren al alhajero en medio de una fuerte recesión económica, desplome del consumo, miles de despidos y aumentos de tarifas en los servicios esenciales.

Daniel, un contador público de 56 años y desempleado, recorre varios locales para tasar un llavero de plata, pero se va desilusionado, ya que apenas le ofrecen lo que cuesta un boleto de metro. "La situación es difícil, la vida en Argentina es carísima", comenta.

En las joyerías, el flujo constante de clientes es para vender, nadie está comprando. "Traen a tasar lo que sea, sobre todo a fin de mes, cuando llegan las cuentas", señala Carlos, el encargado de una pequeña joyería.

La venta más común es de pequeñas piezas de oro. "El clásico es la alianza (anillo de bodas), pero también traen joyas victorianas, de la 'belle époque', que vienen de abuelos y tatarabuelos, piezas únicas", dice Natalia, gemóloga y experta en el arte de ponderar quilates.

En Argentina, aunque casi la mitad de la población sea pobre, no es raro que incluso las familias humildes atesoren alguna joya de oro. Sin embargo, hace tiempo que dejó de ser habitual el uso de esas piezas por cuestiones de seguridad. Esto, sumado a los apremios económicos, refuerza la voluntad de venta.

"Siempre se vendió oro, lo que cambió es el fin por el cual se vende", remarca Natalia. "Antes era para refaccionar una casa, comprar un auto, hacer una fiesta y hoy es porque 'no llego a fin de mes', 'los servicios me han aumentado' o 'me quedé sin trabajo'".

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