Un reciente estudio sugiere que un número creciente de mujeres en Estados Unidos están intentando interrumpir sus embarazos por sí solas utilizando métodos como hierbas, alcohol o incluso golpes en el abdomen. La investigación, publicada en la revista JAMA Network Open, indica que la proporción de mujeres que informaron haber intentado abortar por sí mismas aumentó del 2,4% al 3,3% tras la revocación de Roe v. Wade por la Corte Suprema en junio de 2022.
Aumento y Métodos Utilizados
Aunque el incremento puede parecer pequeño, los autores del estudio destacan que estos datos podrían representar a cientos de miles de mujeres. La encuesta incluyó a unas 7.000 mujeres antes de la decisión de la Corte Suprema y a 7.100 un año después, preguntándoles si habían intentado interrumpir un embarazo de forma autónoma y qué métodos utilizaron.
Las participantes mencionaron diversas razones para llevar a cabo sus propios abortos, como el deseo de privacidad, preocupaciones sobre el costo de los procedimientos clínicos y la preferencia por intentar finalizar el embarazo por su cuenta. Algunas mujeres informaron haber usado medicamentos como misoprostol y mifepristona, obtenidos fuera del sistema médico, mientras que otras recurrieron a métodos físicos potencialmente peligrosos, como golpear su abdomen o introducir objetos en el cuerpo.
Riesgos y Consecuencias
El estudio también reveló que algunas mujeres experimentaron complicaciones como sangrado y dolor, lo que las llevó a buscar atención médica. En algunos casos, las mujeres continuaron con sus embarazos después de que los métodos no funcionaron.
Implicaciones del Estudio
La Dra. Grace Ferguson, obstetra-ginecóloga de Pittsburgh que no participó en la investigación, señaló que los hallazgos confirman que "si se dificulta conseguir un aborto en un entorno formal, la gente simplemente lo hará de manera informal". Los autores del estudio subrayan que la dificultad para acceder a abortos no reduce la necesidad de estos servicios.
El estudio fue financiado por la Fundación David y Lucile Packard, la Fundación William y Flora Hewlett y otra fundación anónima.
Alfonso Alvarez
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