Hace 21 años, el feminicidio de Juana Altagracia de la Cruz, una joven estudiante de periodismo, dejó una herida que sigue abierta en su familia. Su madre, Escolástica Paulino, y su tía, Andrea Paulino, sobreviven al dolor y la impotencia que dejó el ataque perpetrado por su expareja, Dagoberto De Óleo, quien cumplió una condena de 20 años por el crimen.
Juana fue asesinada a tiros el 28 de marzo de 2003, tras una audiencia de conciliación en el Departamento Judicial de Villa Juana, Distrito Nacional, un procedimiento que, según la Ley 24-97, no se debió haber realizado en casos de violencia de género. En ese trágico ataque, Andrea recibió dos disparos, y Escolástica logró salir de ilesa básicamente, aunque con el corazón roto.
Escolástica recuerda a su hija como una joven alegre y llena de vida. "Su foto me acompaña siempre. Un día lloro y otro hablo con ella como si estuviera viva", confiesa entre lágrimas. Cada año, la familia se reúne para honrar su memoria y mantener viva su lucha contra la violencia hacia las mujeres.
En lo que va del 2024, República Dominicana ha registrado 55 feminicidios, según la ministra de la Mujer, Mayra Jiménez. Este país ocupa el segundo lugar en América Latina en incidencia de feminicidios, con 2,4 muertes por cada 100.000 mujeres, según datos de la Cepal.
Andrea, tía de Juana, vive con el dolor intacto de aquella tragedia. "Estoy sana por fuera, pero mi corazón está destrozado. Ella era como mi hermana pequeña", relata. Ambas mujeres piden justicia más severa para los feminicidas, argumentando que las penas de 20 o 30 años no son suficientes para compensar la pérdida de vidas.
Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la familia Paulino se una a las voces que exigen políticas más contundentes para combatir este flagelo. "Hay que tomar esto en serio. Necesitamos condenas más fuertes para que las madres no sigan perdiendo a sus hijas", clama Escolástica.