A los comerciantes se les prohíbe conducir más allá de los límites de un chequeo ubicado luego de la plaza comercial.Jimaní, Independencia, RD. – 27 de mayo del 2025
En Malpasse, el bullicioso punto fronterizo entre República Dominicana y Haití, las medidas migratorias implementadas por las autoridades dominicanas parecen no hacer mella. La actividad comercial transcurre sin mayores restricciones: los haitianos cruzan diariamente, compran y regresan a su país, mientras el temor a la violencia de bandas sigue latente.
A pesar de los controles establecidos, este tramo fronterizo se ha convertido en una especie de "tierra de nadie". Allí, las dinámicas del mercado binacional siguen operando los siete días de la semana, con una intensidad que contrasta con la vigilancia y el nerviosismo en otras zonas de la frontera.
Una de las medidas más estrictas impuestas es la prohibición a los comerciantes de conducir más allá del punto de chequeo establecido después de la plaza comercial. Esta restricción busca controlar el flujo y prevenir posibles infiltraciones de elementos ligados a bandas armadas que operan del lado haitiano.
Sin embargo, la presencia y amenaza de grupos criminales no es un secreto. El fantasma de las bandas revolotea en el ambiente, generando incertidumbre entre los comerciantes y residentes de la zona.
Malpasse, lejos de estar bajo control total, se mantiene como un punto vulnerable dentro de la franja fronteriza, donde la realidad impone su propio orden y los riesgos se manejan con una mezcla de rutina y resignación.
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