Los investigadores destacan que esta propiedad es inherente a las bacterias utilizadas, lo que significa que no se necesitan microbios adicionales para que ocurra la descomposición. Esto hace que la tecnología sea aún más viable, ya que muchos plásticos no terminan en instalaciones de compostaje ricas en microbios.
El proceso de fabricación implica mezclar esporas bacterianas con gránulos de poliuretano termoplástico y fundirlos juntos. Luego, el material resultante se evaluó colocándolo sobre restos de compost biológicamente activos, donde se biodegradó en un 90% en solo cinco meses.
Los investigadores también destacan la seguridad de este proceso, ya que las esporas bacterianas utilizadas son inofensivas para humanos y animales, e incluso beneficiosas para la salud de las plantas.
Aunque este estudio se realizó a escala de laboratorio, los investigadores están trabajando en la optimización del proceso para producir este plástico biodegradable a escala industrial. Este avance podría tener un impacto significativo en la reducción de la contaminación plástica y abrir nuevas vías para el desarrollo de materiales más sostenibles.