Miembros de la Guardia Nacional de los Estados Unidos vigilan la frontera con México, EFE/Abraham Pineda JácomeEl presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció el martes la firma de una nueva orden ejecutiva destinada a limitar la cantidad de personas que pueden solicitar asilo en la frontera con México.
Estas medidas, aunque no son inéditas en el Gobierno demócrata, representan la acción más drástica tomada por Biden hasta la fecha, reflejando medidas similares implementadas por el expresidente republicano Donald Trump.
Las nuevas restricciones se activarán de manera temporal en momentos en que el número de cruces irregulares supere un límite establecido, y se detendrán cuando disminuyan.
Bajo estas medidas, las autoridades tendrán la capacidad de deportar a los países de origen o expulsar a México a las personas que crucen de manera irregular, a menos que demuestren, bajo unos estándares más estrictos, que podrían enfrentar persecución o tortura si son expulsadas.
Específicamente, las restricciones se activarán cuando el promedio de cruces irregulares supere los 2.500 diarios durante un periodo de siete días. Dado que los cruces ya superan esta cifra, las restricciones entrarán en vigor de inmediato.
Para levantar las restricciones, el número de detenciones deberá descender a un promedio de 1.500 diarios durante 14 días, una reducción que se antoja difícil de alcanzar debido a la alta cantidad de cruces en la frontera sur.
Estas medidas implican un estándar más elevado para solicitar asilo, lo que requerirá que los solicitantes presenten pruebas adicionales ante las autoridades migratorias en la frontera.
La orden se basa en la sección 212(f) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965, que otorga al presidente la autoridad de prohibir la entrada a ciertos migrantes si se considera que su ingreso sería perjudicial para el interés nacional.
Aunque la Administración Biden está preparada para enfrentar disputas legales, la ACLU ya ha anunciado que impugnará la orden en los tribunales.
Expertos señalan que, aunque estas medidas buscan limitar la migración, EE.UU. no tiene la capacidad para revisar rápidamente las solicitudes de asilo ni para deportar o detener a todas las personas que llegan a la frontera.
El impacto real de estas restricciones sigue siendo incierto, ya que el proceso de solicitud de asilo puede llevar años y las autoridades permiten a muchas personas ingresar al país mientras se procesa su solicitud.