La guerra entre Rusia y Ucrania ha dado un giro inesperado con la incursión de tropas ucranianas en la región rusa de Kursk, un movimiento que ha sorprendido al Kremlin y que marca una nueva fase en el conflicto, que ya lleva más de dos años y medio.
Las fuerzas ucranianas han avanzado hasta la ciudad de Sudzha, ubicada a solo diez kilómetros de la frontera con Ucrania. Esta localidad, con 5,500 habitantes, es de gran importancia estratégica, ya que es un punto clave para el envío de gas a países de la Unión Europea a través de Ucrania. Según informes del Ministerio de Defensa ruso, cerca de 1,000 soldados ucranianos y más de dos docenas de blindados participan en esta ofensiva.
Ante esta amenaza, Rusia ha desplegado refuerzos significativos, incluyendo lanzacohetes múltiples BM-21 Grad, piezas de artillería y tanques, en un intento de frenar el avance ucraniano. El presidente Vladimir Putin calificó la incursión como una "provocación a gran escala" y prometió aplastar la ofensiva.
Este es el ataque más significativo contra territorio ruso desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. Aunque Ucrania no ha asumido oficialmente la responsabilidad de la incursión, el presidente Volodimir Zelenski insinuó que Rusia está comenzando a experimentar las consecuencias de la guerra que desató.
Mientras tanto, la situación sigue siendo tensa en el este de Ucrania, donde al menos 14 personas murieron en un ataque ruso contra un supermercado en Kostiantynivka, en la región de Donetsk. El bombardeo, que dejó también 43 heridos, ha sido condenado por Zelenski, quien afirmó que "Rusia tendrá que rendir cuentas por este terror".
La incursión ucraniana en territorio ruso ha generado preocupación a nivel internacional, especialmente en lo que respecta a la seguridad nuclear. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) informó que se encontraron fragmentos de cohetes en las cercanías de una central nuclear en la región de Kursk, aunque la planta sigue operando con normalidad.
Este nuevo frente en el conflicto representa un desafío para Moscú, que en los últimos meses había logrado importantes victorias en el este de Ucrania. Sin embargo, la incursión ucraniana ha demostrado que la situación en el terreno sigue siendo volátil y que el conflicto está lejos de resolverse.
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