También el hombre más sabio que jamás ha existido habló sobre este deseo, aparece en el evangelio de San Marcos 9, 30-37.¿Alguna vez se ha preguntado cómo lograr ser respetado, admirado y considerado importante? Este deseo, común a la naturaleza humana, ha sido explorado por grandes pensadores a lo largo de la historia. Sigmund Freud identificó que nuestros actos surgen de dos impulso: el deseo de grandeza y el impulso sexual, mientras que John Dewey afirmó que el deseo de ser importante es el motor más profundo de nuestra naturaleza.
En el evangelio de San Marcos 9, 30-37, se presenta una reflexión profunda sobre este anhelo. Los discípulos discutían quién de ellos era el más importante, y el Señor ofreció una fórmula revolucionaria: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Este concepto, que parece contradecir la naturaleza humana, plantea una pregunta esencial: ¿quién es más feliz, el que recibe servicio o el que sirve?
Un estudio realizado por psicólogos en Estados Unidos, analizando miles de personas de diferentes estratos sociales, identificó que los tres factores que comúnmente se persiguen para alcanzar la felicidad son una buena situación económica, importancia social y buena apariencia física. Sin embargo, los resultados indicaron que ninguno de estos factores conduce a la felicidad. En cambio, el verdadero denominador común entre las personas auténticamente felices fue su contribución desinteresada al bienestar de los demás.
El mensaje de servicio que predica el Señor coincide con estos hallazgos, pues Él mismo declaró: “No he venido a ser servido, sino a servir”. Esta idea resuena con los versos del famoso escritor hindú Rabindranath Tagore: “Dormí, y soñé que la vida era alegría. Desperté, y vi que la vida era servicio. Serví, y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría”.
La pregunta del día es clara: ¿cuál es el principal beneficio de una persona que le cree a Jesucristo y sirve desinteresadamente? La respuesta puede encontrarse en la esperanza y el amor que se recibe a cambio del servicio.
Así, en esta búsqueda de importancia y felicidad, recordemos que en el servicio desinteresado se encuentra el verdadero sentido de la vida.
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