"Supongo que se nos acabó la suerte", reflexiona Ward, quien ha vivido en Florida durante 44 años y dice no haber presenciado nada parecido. La marejada alcanzó casi 2,10 metros, y el rastro de la tormenta se hace evidente en cada rincón, con calles cubiertas de lodo y muebles arruinados apilados en las aceras.
La tormenta ha dejado a Treasure Island, una comunidad de aproximadamente 6,500 habitantes, con daños devastadores. Arthur Czyszczon, propietario de un hotel en la playa, afirma que "el agua salada hace un daño inmenso" y lamenta que muchas casas construidas a nivel del suelo han quedado inhabitables. Muchos residentes no cuentan con seguros contra inundaciones debido a los altos costos, lo que complicará aún más la recuperación.
La comunidad ahora se enfrenta a un largo camino hacia la recuperación. Ward se siente abrumado pensando en todo el trabajo que tendrá que realizar, mientras que otros, como Ross Sanchez, caminan bajo el sol con carros cargados de pertenencias rescatadas. La prohibición de acceso vehicular a la isla ha complicado las labores de limpieza.
Gary Potenziano, de 74 años, lucha por recuperar lo poco que queda de su hogar inundado, mientras su esposa, Patty, expresa su frustración: "Esto es una pesadilla". La comunidad de Treasure Island deberá unirse y trabajar en conjunto para reconstruir lo que la tormenta se llevó.
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