Desde los 5 años, los niños acuden a este terreno para aprender béisbol, pero al llegar a los 10 o 13 años, el espacio se vuelve insuficiente para su desarrollo. Muchos, al no encontrar condiciones adecuadas, optan por dejar el deporte. Maiki Rodríguez, uno de los entrenadores que dedica su tiempo a enseñarles, lamenta que, por la falta de un campo adecuado, se pierda el talento de estos pequeños.
La situación empeora cuando hay scouts interesados en ver a los jóvenes, ya que el terreno no está en condiciones para evaluarlos adecuadamente. Como resultado, los niños no pueden ser reconocidos como peloteros de La Ciénaga, sino de los lugares a los que se ven obligados a trasladarse.
Aunque cerca del juego existe un terreno donde se planea construir un parqueo, Melvin Graciano y su equipo han solicitado varias veces que se ceda una parte para la construcción de un campo más amplio, pero aún esperan una respuesta favorable. Su sueño sigue siendo contar con un espacio adecuado para que los futuros peloteros de La Ciénaga puedan brillar.
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